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Descubre de dónde sale el agua de las termas.

En este post vamos a hablar sobre el origen del agua de las termas, un tema que resulta muy interesante a la hora de entender los beneficios que estas aguas pueden aportar a nuestra salud. Saber de dónde proviene el agua que utilizamos en los balnearios termales nos ayuda a comprender mejor sus propiedades y nos permite aprovechar al máximo los efectos terapéuticos que ofrecen.

Definición de aguas termales

Las aguas termales son aguas subterráneas que emergen a la superficie con una temperatura superior a la ambiental, generalmente por encima de los 5 grados centígrados. Estas aguas pueden contener diferentes tipos de minerales y elementos químicos que les confieren propiedades terapéuticas, convirtiéndolas en un tipo de recurso natural muy valorado por sus beneficios para la salud.

Cómo se forman las aguas termales

Las aguas termales se forman a partir de la infiltración de agua de lluvia que se introduce en el suelo y se filtra a través de grietas y fisuras en la corteza terrestre. Durante este proceso, el agua se calienta al entrar en contacto con rocas a altas temperaturas que se encuentran en el interior de la tierra. Posteriormente, el agua caliente asciende hacia la superficie a través de fallas y fracturas, emergiendo en forma de manantiales termales.

Aguas termales de origen meteórico o telúrico

Las aguas termales pueden tener un origen meteórico, es decir, proceder de la infiltración de agua de lluvia, o telúrico, cuando el agua se filtra a través de la tierra y se calienta en las profundidades debido a la actividad geotérmica del planeta. Ambos tipos de aguas comparten propiedades terapéuticas, pero su composición química puede variar en función de su origen.

Aguas termales de origen magmático

Existe un tipo especial de aguas termales que tienen su origen en la actividad magmática, es decir, en la presencia de magma en el subsuelo. Estas aguas pueden alcanzar temperaturas muy elevadas y presentar una composición química única, con altas concentraciones de minerales y metales pesados. Aunque suelen ser menos comunes, las aguas termales de origen magmático son muy apreciadas por sus efectos terapéuticos.

Tipos de aguas termales

Existen diversas clasificaciones de aguas termales en función de su temperatura, composición química y otros factores, lo que permite catalogarlas en distintas categorías. Entre los tipos más comunes de aguas termales se encuentran las sulfatadas, cloruradas, bicarbonatadas, ferruginosas y sódicas, cada una con propiedades y beneficios específicos para la salud.

Aguas termales según la temperatura

Las aguas termales se clasifican en tres grupos principales según su temperatura: las hipotermales, cuya temperatura oscila entre los 20 y 30 grados; las mesotermales, con temperaturas entre los 30 y 35 grados; y las hipertermales, que superan los 35 grados. La temperatura de las aguas influye directamente en sus propiedades terapéuticas y en los tratamientos que se pueden llevar a cabo con ellas.

Aguas termales según su composición

Otra forma de clasificar las aguas termales es atendiendo a su composición química, lo que determina sus propiedades medicinales. Las aguas bicarbonatadas, sulfatadas, cloruradas, ferruginosas y sódicas son algunos ejemplos de esta clasificación, cada una con efectos terapéuticos específicos que las hacen adecuadas para tratar diferentes afecciones.

Beneficios de las aguas termales

Las aguas termales ofrecen una amplia gama de beneficios para la salud, que van desde el alivio de dolencias musculares y articulares, hasta el tratamiento de afecciones dermatológicas y respiratorias. Entre los principales beneficios de las aguas termales se encuentran su capacidad para relajar los músculos, mejorar la circulación sanguínea, aliviar el estrés y la ansiedad, y contribuir a la regeneración de la piel.

Contraindicaciones de las aguas termales

Aunque las aguas termales son beneficiosas para la mayoría de las personas, existen ciertas contraindicaciones a tener en cuenta, especialmente para aquellos que padecen ciertas enfermedades o afecciones de la piel. Las altas temperaturas, la presencia de minerales específicos o la exposición prolongada al agua termal pueden no ser recomendables en casos de hipertensión, insuficiencia cardiaca, enfermedades de la piel o embarazo, entre otros.

Concluyendo, conocer de dónde provienen las aguas termales nos proporciona una visión más completa de sus propiedades y beneficios, permitiéndonos aprovechar al máximo los efectos terapéuticos que ofrecen. El origen meteórico, telúrico o magmático de estas aguas, su temperatura, composición química y los beneficios que aportan, nos permiten entender mejor por qué las aguas termales son tan apreciadas en el ámbito de la balneoterapia.

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